Vic Tandy
estaba trabajando en el diseño de un equipo de laboratorio médico en un
hospital supuestamente embrujado en Warwick (U.K.). Se empezó a
difundir entre el personal que la gente era perseguida por fantasmas,
algo que Tandy atribuyó a los estertores silbantes de las máquinas de
soporte vital que operaban en el edificio.
Una noche que estaba trabajando por su cuenta en el laboratorio,
comenzó a sentirse claramente incómodo, rompiendo en un sudor frío
mientras los pelos de la nuca se le erizaban. Estaba convencido de que
estaba siendo vigilado. Cuando miró, con el rabillo del ojo, notó una figura gris que salía a la deriva lentamente de su visión periférica; pero cuando se dio la vuelta para hacerle frente, se había ido.
Aterrorizado, se fue directamente a casa.
Al día siguiente, Vic Tandy, aficionado a la esgrima, había llevado
su espada al laboratorio; no para protegerse de los fantasmas, sólo para
ajustar el mango para una competición. Cuando terminó, hizo unos
mandobles de espadachín arriba y abajo para probar, puso la hoja hacia
abajo en un banco de trabajo y se fue a buscar un poco de aceite. Cuando
regresó se dio cuenta que la hoja estaba vibrando y tuvo la misma sensación de desasosiego que había experimentado la noche anterior.
Encontró que esas vibraciones causaban una onda de sonido que fue
rebotando entre las paredes del laboratorio y alcanzó un pico de
intensidad en el centro de la habitación, justo donde él estaba la noche
anterior. Calculó que la frecuencia de la onda estacionaria era de 18,98 Hz (ciclos
por segundo). Se le ocurrió que un sonido de baja frecuencia procedente
de una máquina podría haber causado la onda que sintió la noche
anterior. Pronto descubrió que era producida por un extractor de aire funcionando.
Cuando apagó el ventilador de la máquina, la onda de sonido desapareció. Y con ella, sus miedos.
19 Hz está en el rango conocido como de “infrasonidos”,
justo por debajo del rango del oído humano, que comienza en los 20 Hz.
Tandy investigó y se enteró de que las frecuencias bajas de esta región
pueden afectar a los seres humanos, al igual que lo hacen con los
animales, y de diversas maneras: causando malestar, mareo,
hiperventilación y miedo, pudiendo dar lugar incluso a ataques de
pánico.
Estas ondas también producen visión borrosa, ya que
están muy cerca de los 18 Hz, que es la frecuencia de resonancia
(vibración) del globo ocular. Esta es la razón por la que Tandy no sólo
había sentido el miedo, sino que también había visto la figura de un
“fantasma”: era una ilusión óptica causada por la resonancia de sus ojos.
Vic Tandy investigó este fenómeno más allá de su laboratorio y llevó a
cabo una serie de investigaciones en varios lugares que se creían
estaban embrujados, incluyendo el sótano de la Oficina de Información
Turística junto a la Catedral de Coventry y el Castillo de Edimburgo,
famoso por las apariciones de una una dama gris espectral. Aquí Tandy
también descubrió una onda estacionaria de 19 Hz, añadiendo más peso
probatorio a su teoría.
Los ingenieros de sonido del séptimo arte conocen bien los efectos de este “sonido del miedo”, cuando en las películas de terror alternan bandas sonoras donde predominan los cambios entre altas y bajas frecuencias,
como las sucesiones de notas de violín agudas y graves a gran
velocidad. No deja de ser una estrategia similar a la que sigue la
física en la naturaleza para manipular nuestras emociones a su antojo.
Vía: CookingIdeas
En la década de 1980, el ingeniero británico
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