viernes, 4 de mayo de 2012

En México, ocurren seis erupciones por siglo

En México, ocurren seis erupciones por siglo

En México, ocurren seis erupciones por siglo
 
 A diferencia de los huracanes (se registran entre 10 y 15 cada temporada), o los sismos, (al menos uno importante ocurre cada año y uno muy fuerte cada dos o tres décadas), las erupciones volcánicas tienen periodos de recurrencia más prolongados.

"En el caso de México, el promedio es de seis por siglo en distintos volcanes", explica Servando de la Cruz Reyna, investigador del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El peor desastre volcánico del siglo XX registrado en el país fue la erupción del Chichonal, ubicado en Chiapas, en 1982; se calcula que ocasionó entre mil 700 y dos mil víctimas. En aquella época no era considerado de alto peligro, porque sus erupciones tenían una recurrencia promedio de 600 años o más (la anterior había ocurrido 750 años atrás).

En tiempos históricos, unos 15 volcanes han presentado en México actividad importante, como el de Colima, el Popocatépetl, el Paricutín, en Michoacán, y el Ceboruco, Nayarit. La última gran actividad del de Colima fue en 1913, y las anteriores a ésta, en 1890 y 1818. En el caso del Popocatépetl, tiene erupciones grandes con periodos de recurrencia largos (la última fue hace mil 200 años). Mantiene una actividad reducida, como la que se ha visto desde 1994 (desde 1500 a la fecha ha presentado unos 13 eventos similares), sin embargo, como todos los demás, tiene la capacidad de producir erupciones mucho más grandes, por lo que se les mantiene vigilados.

Contrario a los sismos, que pueden ser medidos con bastante precisión, como su magnitud (la energía que liberan en su fuente) e intensidad (la energía que llega a un sitio determinado), en el caso de los volcanes es más complicado cuantificar sus erupciones. Los primeros sólo liberan energía elástica (energía de movimiento del suelo), pero la de estos últimos es de varios tipos: térmica, cinética, explosiva y convectiva. "Cada una es distinta en cada evento, por ello es muy difícil determinar cuál de ellas es la más destructiva, por eso no se cuenta con una escala uniforme para las magnitudes. Esto dificulta la definición del peligro y el riesgo en términos del parámetro de la energía", señala el académico.

En 1970 el estudio sistemático del riesgo (la combinación de actividad frecuente con población vulnerable) y el impacto de las erupciones volcánicas se incorporó a la ciencia. En general la dimensión de una erupción es vista como el volumen total de magma emitido, no obstante si este último es lanzado en una forma súbita y explosiva, representará más peligro que si sale lentamente como lava del cráter. "Aquí entra en juego otro factor: la velocidad a la que se desarrolla; es el más importante y varía mucho de un estilo a otro. Ahora bien, puede darse una magnitud muy grande con una intensidad muy pequeña, o una intensidad muy grande con una magnitud relativamente pequeña", explica De la Cruz Reyna.

Por otro lado, hay erupciones que pueden generar una gran cantidad de magma, pero cuyo efecto destructivo no resulta tan intenso porque se desarrollan con lentitud, como sucedió con el Paricutín en 1943. "La lava cubrió varias decenas de kilómetros cuadrados, pero a lo largo de nueve años; entonces, hubo suficiente tiempo para evacuar a la población y tomar todas las medidas precautorias", finalizó. Fuente: UNAM

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